Agentes de la Guardia Civil, en una operación conjunta con la Policía Nacional, han desarticulado la fusión de las dos organizaciones criminales más importantes del Campo de Gibraltar y Sevilla. Hay 51 detenidos integrantes de estos dos grupos dedicados al narcotráfico y blanqueo de capitales en Cádiz y Sevilla.
Las organizaciones estaban lideradas por dos importantes narcotraficantes que habían considerado trabajar en común para obtener un mayor número de beneficios económicos. Se han intervenido más de 10.000 kilos de hachís, así como vehículos sustraídos, armas de fuego, ocho narcoembarcaciones, 12.000 litros de gasolina y 180.000 euros.
La investigación se inició en el mes de marzo del año 2020 cuando los agentes de La Línea de la Concepción identificaron a un individuo que circulaba con gran cantidad de material náutico del utilizado en narcolanchas, así como una importante cantidad de dinero escondida en su vehículo, que podría estar sirviendo a grandes organizaciones criminales.
Unión de dos importantes organizaciones
Siguiendo esta pista, los agentes averiguaron que el principal dirigente de una organización en la zona de La Línea, un conocido narcotraficante de la localidad -que en la actualidad se encuentra en busca y captura por este y otros hechos similares- dada la fuerte presión policial en la zona, habría decidido establecer nuevos lazos de unión con otra conocida organización criminal con sede en Sevilla. La red de la ciudad hispalense estaba liderada por un hombre con un largo historial por asuntos relacionados con el tráfico de drogas y especialista en introducir grandes cantidades de estupefaciente a través del río Guadalquivir.
Ambas organizaciones contaban con un gran entramado logístico, mediante el cual transportaban las embarcaciones semirrígidas y los motores de gran cilindrada desde fuera de España hasta naves industriales sitas en diferentes localidades de Sevilla y Córdoba, donde las preparaban y custodiaban hasta el día de la botadura. Todo este entramado logístico requería de conductores de camiones de gran tonelaje, mecánicos encargados de la puesta a punto de la misma y la preparación para su botadura, pilotos, embarcaciones y camiones con un valor económico superior al medio millón de euros y utilizados exclusivamente para estas actividades.
La botadura de las embarcaciones se llevaba a cabo bajo la supervisión de los hombres del clan de Sevilla, quienes no permitían que ninguna otra organización se entrometiera en sus planes, ejerciendo su poder en dicha zona de influencia, para lo que contaban con armas de fuego, chalecos antibalas, armas de electrochoque y otros elementos para salvaguardar sus operaciones de botadura.
Tras esto, las embarcaciones se dirigían a Marruecos, donde se producía la carga de la sustancia estupefaciente, para posteriormente introducirla en las costas españolas, mediante el método del desembarco o alijo en playa. Debido a la dificultad que entraña la desembocadura del río Guadalquivir, la organización contaba con numeroso personal contratado para realizar labores de vigilancia de la zona, así como las labores de extraer el estupefaciente de las embarcaciones.
Estas personas eran trasladadas desde la Línea y de la zona de Sevilla, involucrándose ambas organizaciones, unidos estos a los propios miembros de la organización oriundos de la zona de Sanlúcar de Barrameda. Una vez finalizada la descarga del alijo, aprovechaban para surtirse de gasolina y víveres, y en algunas ocasiones cambiar a la tripulación de la embarcación, para así volver de nuevo a Marruecos y comenzar de nuevo el ciclo.