Carlos Rago | Criminólogo
El ser humano actúa en base al «riesgo cognitivo» que siente en el momento de sus actos. Si uno ve que su conducta le va a salir «gratis» o con una consecuencia irrisoria, el resultado está pronosticado: lo va a hacer e, incluso, lo va a volver a repetir.
Si faltar al respeto a la policía, acometer contra los agentes, insultar, etc… lleva aparejada una sanción ínfima, con el paso del tiempo la sociedad va percibiendo que «todo vale» y se contagia socialmente el modo despectivo de percepción de la denominada autoridad.
No olvidemos que el término autoridad no significa autoritarismo, sino que es el medio para que una sociedad respete al prójimo y haya un orden social encaminado a la paz y la seguridad ciudadana.
En el momento que el concepto autoridad merma, la sociedad avanza hacia un clima de inseguridad ciudadana donde los propios agentes garantes de la seguridad se ven abocados al fracaso al no disponer del respaldo legislativo y/o judicial oportuno a tal efecto.
En cambio, si las infracciones cometidas hacia un policía, bien sean simples faltas de respeto o, a mayores, agresiones, tuvieran un castigo o sanción ejemplarizante, se estaría garantizando socialmente el concepto de autoridad y, por ende, asegurando la seguridad ciudadana que, recordemos, no solo afecta a los propios agentes de la autoridad, sino a todos los ciudadanos de un país.
Por contrapartida, si se siguen leyendo sentencias en los medios de comunicación en las que se condena a una persona por agredir a un policía a pagar 120 euros de multa, lo único que va a ocurrir es una efecto llamada y, por consiguiente, un acreciente clima de faltas de respeto, agresiones e inseguridad ciudadana en las calles como estamos observando en las últimas fechas.
La policía como herramienta para garantizar la seguridad ciudadana
Se trata de un problema de política criminal muy serio en el que cuando se empieza a tolerar la inseguridad ciudadana en la calle es muy difícil luego de frenar. El Estado pone a disposición de la sociedad una herramienta fundamental para que todos podamos disfrutar de la tranquilidad en las calles y la seguridad ciudadana mientras, por ejemplo, damos un paseo o personas mayores se sientan en un banco. Esta herramienta es la policía dotada de autoridad.
Si a este instrumento, por parte de quien depende, no se le protege, no se le cuida y no se le defiende, se verá perjudicada en sus labores del fin que desempeñan: la seguridad ciudadana.
Se trata de un problema que hay que atajar cuanto antes por parte de los dirigentes políticos que son quienes tienen la facultad de que un país funcione de una determinada manera. La seguridad ciudadana es muy importante y no puede estar en juego por dejar que se pierda la autoridad, los valores y el respeto. O actúan ya o pronto será tarde.